Durante la pandemia nuestra interacción con las demás personas se vio afectada y por ende nuestras relaciones también cambiaron, no necesariamente para mal sino que también pudieron haber mejorado, gracias a todo el tiempo que pasamos en casa pudimos haber tenido la oportunidad de conocer o entender mejor a las personas con la que vivimos y hacernos más unidos/das. El encierro ayudó a las personas a tomar un respiro, ya que algunas habían caído en una monotonía, así que no todo fue malo, sino que también fue una etapa de aprendizaje emocional y de nuevas actividades.
Muchas personas tuvieron la oportunidad de retomar sus pasatiempos e inclusive comenzar con una nueva actividad que antes no podían realizar por falta de tiempo, pero también aprendimos un poco sobre nuestras emociones, a poder identificar cuando nos sentimos asustados/das, solos/las, en paz, relajados/das, etc. Para algunas otras personas no fue tan agradable, debido a las situaciones adversas por las que estaban atravesando, eso provocó solidarizarnos con los/las demás.
Nuestras mascotas también pueden ser una buena compañía cuando el vínculo y el lazo es demasiado fuerte, ellos también se acostumbraron a nosotros/tras. El simple hecho de recordar darles de comer, sacarlos a pasear hizo que nuestra rutina fuera un tanto diferente y por ende nuestros pensamientos también. Ahora que todos regresamos a la nueva normalidad (con las medidas necesarias) las mascotas también nos extrañarán.
El hecho de volver a las actividades diarias no quiere decir que se tengan que olvidar los pasatiempos, se pueden seguir practicando esas actividades, sólo es cuestión de tener una buena organización de tiempo y actividades, una herramienta que nos puede ayudar, es el uso de una agenda donde podemos ir delimitando el tiempo para cada cosa que hacemos y al final del día podremos obtener unos minutos para nosotros/tras. Así que también podemos seguir conviviendo con amigos/gas y familiares, el trabajo no debe ser todo en nuestra vida.